jueves, 1 de agosto de 2024

The Truman Show por Viviana Berger

El sujeto humano, el sujeto del deseo que es la esencia del hombre- a diferencia del animal-, no queda enteramente atrapado en esa captura imaginaria. Sabe orientarse en ella. ¿Cómo? En la medida en que aísla la función de la pantalla y juega con ella. El hombre, en efecto, sabe jugar con la máscara como siendo ese más allá del cual está la mirada”. (Jacques Lacan, 1964)

En general, para trabajar el tema de la mirada se suele usar como referencia la famosa serie Black Mirror que, a través de sus distintos episodios, nos ofrece historias muy creativas y originales que animan nuestros debates y reflexiones. Sin embargo, hemos elegido el film The Truman Show de Peter Weir que, a mi modo de ver, presenta una perspectiva diferente a la que nos solemos confrontar en los capítulos de la serie. Tal vez porque fue producida aún en el siglo pasado, hacia 1998, en el umbral del cambio de siglo. Tomemos en cuenta que por esos tiempos, el entonces presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, tuvo que exponer con todo detalle, frente a un tribunal y ante la opinión pública, sus fantasías y relaciones sexuales extramatrimoniales, trasponiéndose, sin piedad, la barrera entre lo público y lo privado -inicios del mal de la transparencia que aspira a transformar la intimidad del sujeto en una exterioridad expuesta.

En mi opinión, más allá de la denuncia al “todos somos seres mirados en el espectáculo del mundo”, Truman Show nos propone una épica del deseo y nos abre el camino para reflexionar acerca de la responsabilidad del sujeto, la causa y el consentimiento -temas sobre los que hemos reflexionado en diversas ocasiones a lo largo de nuestros seminarios. Efectivamente, la mirada está en el mundo, con estatuto de omnipresente, pero Truman nos enseña cómo se puede atravesar esa omnipresencia y la especularidad imaginaria, en particular, a partir de esa escena del final en la que Truman se confronta con Christof, su creador. 

El nombre del director, en homofonía con Cristo, Dios, y Truman -True man, hombre verdadero en español-, en su lucha por advenir en tanto sujeto del deseo, resistiéndose al juego omnivoyeurista que le promete devenir una Star: “Tú eres solo esto que se da a ver” -es la propuesta de Christof. Sin embargo, Truman, pese a todo pronóstico, en un acto de subversión, tuerce el destino y elige, para su ser, la causa del deseo. “Nunca tuviste una cámara dentro de mi cabeza” -replica Truman. Yo no estoy ahí donde me miras. Estoy en Fidjí, estoy con Sylvia, en ese lugar en mi inconsciente (decimos los psicoanalistas) donde tu cámara de televisión no puede verme -el punto inaccesible del núcleo del sujeto.

Exploremos cómo es que Truman llega a este acto, cómo logra aislar la función de la pantalla y salir de su captura. La película comienza con una cámara que cae del supuesto cielo. ¡Muy interesante! Surge un objeto que se presenta disruptivo en relación al conjunto, y que sorprende al sujeto. Conforme avanza la trama, se harán presentes otros detalles, errores de la producción o fuera de cálculo: filtración de las frecuencias radiales, el falso elevador, los actores en el backstage. Esto que falla empieza a advertirle a Truman que debe haber algo más allá que él no sabe. Vacilan los escenarios en los que se mueve, el automatón revela la existencia de un guión. 

Luego, el encuentro contingente con una mujer hace advenir el deseo y, con ello, la división del sujeto, y la revelación de su verdad: “Todos saben todo sobre ti”, “todo es falso“ -le advierte ella. La producción interviene inmediatamente para sacarla de escena simulando la llegada de su padre que argumenta que ella padece demencia y que se marcharán a Fidji. De ahí en más, Fidji será la ilusión de Truman así como la búsqueda incesante de reconstruir esa mirada del deseo con recortes de revistas, con la ilusión de reencontrar el objeto que ha perdido. 

Se ha sugerido que el último plano de la película evoca la obra “Arquitectura al claro de luna” de Maigritte: Truman caminando sobre el agua con el cielo de fondo hasta llegar a unas escaleras blancas. Para muchos, esta pintura representa la entrada a un nuevo mundo o la salida a la realidad. Es un gesto bello del director Peter Weir, un guiño para la audiencia: el cuadro, la obra de arte, esconde y revela al mismo tiempo. Hay un cuadro dentro del cuadro, ahora es otro el juego de miradas. La mirada del artista, que nos vuelve a todos habitantes del cuadro.




Vigilancia y violencia en las escuelas por Raul Vega Torres

Tomar los significantes vigilancia y violencia y analizarlos desde el psicoanálisis no es una tarea fácil, ya que estos términos provienen de otros saberes. Me propongo reflexionar sobre cómo el psicoanálisis puede apropiarse de estos significantes para interpretar lo que ocurre en las escuelas en relación con la violencia y la vigilancia.

Masacre de Columbine 

Diversas masacres en centros educativos, como la ocurrida en el Instituto Columbine en 1999, desencadenaron un intenso debate político y educacional. En abril de 1999, dos estudiantes asesinaron a 12 compañeros y un profesor, e hirieron a 24 personas más antes de suicidarse. Este evento, documentado por Michael Moore en "Bowling for Columbine" (Moore, 2002), evidenció la necesidad de discutir sobre la seguridad en las escuelas y llevó a un aumento en la vigilancia cotidiana. En el documental de Moore, se cuestiona por qué países con similar cantidad de armas, como Canadá, no enfrentan asesinatos masivos. La discusión se extiende a la influencia de videojuegos violentos y música rock gótica, preguntándose por qué no ocurren masacres en lugares como Japón y Alemania.

 La película "Elephant" (Sant, 2003), basada en la masacre de Columbine, muestra la vida cotidiana de los adolescentes y la meticulosa planificación de los autores del crimen, ofreciendo un contraste con la búsqueda social de respuestas de Moore.

Del goce sacrificial al goce diversión

J.A. Miller, tomando de Pascal la idea de la diversión, propone que esta es un rasgo de la subjetividad actual, un imperativo de goce. Los protagonistas de la masacre de Columbine mencionaron "tener un día de diversión garantizada". Esta perspectiva nos permite ver una diferencia entre la violencia política o sacrificial y la violencia en las escuelas actuales, como el bullying, que puede entenderse como diversión, reflejando la declinación de la autoridad del docente y la figura paterna, como señala Lacan en Los complejos familiares en la formación del individuo, (1938).

Vigilancia y panóptico

La masacre escolar en Carmen de Patagones, Argentina, en 2004, refuerza la necesidad de políticas de seguridad en las escuelas. La respuesta institucional se ha centrado en intensificar la vigilancia, siguiendo la lógica del panóptico de Foucault: todo debe estar a la vista, ahora facilitado por la tecnología y las redes sociales. Goldemberg reflexiona sobre esta incorporación del panóptico como forma de control y goce (Goldemberg, 2011).

Iluminación y la mirada

Lacan, en su seminario 11, expone que la iluminación precede a la visión y guía la mirada, es decir, la vigilancia en las escuelas se convierte en una iluminación que expone a los adolescentes. Sin embargo, también señala que somos seres mirados en el espectáculo del mundo, y los adolescentes encuentran espacios ocultos para sus interacciones violentas, fuera de la mirada vigilante (Lacan, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanalisis, 1973).


Moore, M. (Dirección). (2002). Bowling for Columbine [Película]. Estados Unidos .

Sant, G. V. (Dirección). (2003). Elephant [Película].

Lacan, J. (1938). Los complejos familiares en la formación del individuo. En Escritos (págs. 33-89). Buenos Aires: Siglo XXI.

Lacan, J. (1973). Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanalisis. En Seminario 11. Buenos Aires: Paidós.

Goldemberg, M. C. (2011). La violencia en las escuelas. Grama Ediciones.


Minority Repport: una obsesión de control y la falla en el detalle, por Cinthya Estrada



“Cierra los ojos y mira” 

Indicación de James Joyce en Ulises

“Ver es una arma de poder”

El Ojo absoluto 

Minority Repport (El informe de la minoría) es un película de ciencia ficción del 2002 de Steven Spielberg, inspirada de un libro del escritor americano especialista en ciencia ficción  Philip K. Dick (Blade Runner ) de 1956, protagonizada por Tom Cruise.  

a) John Anderson (Tom Cruise) un Edipo futurista 

En un mundo por venir,  Washington 2054,  el control, el orden y la prevención es la misión del departamento de “Precrimen”. Unidad encargada de detener a los autores antes de que los crímenes se cometan. John Anderson (Tom Cruise) es un policía perteneciente a esta unidad que, sorpresivamente, ve su propia imagen cometiendo un asesinato del que no sabe nada, conocedor del protocolo cuando el oráculo futurista  habla (el ojo absoluto no se equivoca) decide huir para explicar lo que le parece impensable. 

Podemos decir que John Anderson es, a su manera, un Edipo del futuro. Como el héroe de la tragedia griega de Sófocles, desafía al oráculo que lo augara criminal, para resolver el enigma de su propio destino y,  tal como Edipo Rey, se quita los ojo para ver lo que no podía ver con ellos. Un ver que va más allá de la mirada, donde “el tuerto es rey”.

Los precognitivos -los tres personajes en estado de inconsciencia, dopados que anuncian los crímenes- nos recuerdan a las pitonisas de la antigüedad griega, que traducían los oráculos como el de Delfos, la verdad sale de su visión, de su  boca, una voz sobre todo de mujer - de los tres precognitivos, la mujer es quien mejor traduce los mensajes -nos explican. Vemos en esta alusión cómo el deseo de saber ahí donde aparentemente no hay respuesta, acentuadas en las desgracias, es una preocupación, un sueño, una obsesión desde la antigüedad.  Edipo Rey interroga al oráculo al querer liberar a Tebas de la epidemia que la azotaba. Se recurre a un Otro al que se le supone un saber fuera de lo común y quien puede ver más que los demás, los pequeños otros. Siglos después, en una ciudad ficticia donde es posible imaginar una epidemia de inseguridad, ese sueño, con ayuda ya no de los dioses del Olimpo, sino de la ciencia y la tecnología, crean una maquinaria capaz de predecir y por ende anticipar los crímenes. Pero, no solo “no hay nada más humano que el crimen”, sino que en el detalle, en la fisura, en la hiancia, en el error, en el informe de la minoría, en el inconsciente, se cuela lo real de la vida. Cito a Lacan de los Cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis:  “Así, el inconsciente se manifiesta siempre como lo que vacila en un corte del sujeto - de donde vuelve a surgir un hallazgo, que Freud asimila al deseo – deseo que situaremos provisionalmente en la metonimia descarnada del discurso en cuestión en que el sujeto se capta en algún punto inesperado” se destaca la naturaleza del “el inconsciente con una estructura de una hiancia … la función estructurante de una falta”  ( p 35 y 37 ).  En esa utopía o distopia, lo humano se le cuela, es el punto ciego que hace irrupción, que lo vemos en el rol del protagonista y la ambición del director. Lo humano hace mancha.  Las máquinas no se equivocan pero los humanos sí, fallan, sueñan, sufren. 

Los personajes de esta película son confrontados a la insondable decisión de su ser, en ellos hacer o no hacer, matar o no matar cambia el rumbo de la historia que parecía estar escrita y en este sentido es un anti Edipo.  Edipo no logra salir de su funesto destino, por el contrario, John Anderson aparentemente sí, decide no asesinar a quien pensaba era el captor de su hijo así como el orquestador de proyecto Precrimen decide en un acto suicidarlo romper la determinación. Un apropiarse de la responsabilidad subjetiva.

b) Una obsesión del Amo que desafía tiempo y espacio: control absoluto, cero crimen. 

La ola de violencia que viven nuestros países ( en América latina pero no solo) invitan a imaginar como utópico algo que puede estar al límite de la distopia. La idea de un departamento  Precrimen con un objetivo cero crimen, ¿de qué lado caería? 

El hartazgo de la violencia cada vez más omnipresente y acéfala alimenta una vieja obsesión de control que es uno de los estandartes de  “solución” de muchas derechas extremas (creo que principalmente pero no exclusivamente, contemporáneas) como es el caso emblemático de El Salvador y su controversial presidente, quien en un año ha reducido importantemente el número de violencia y asesinatos en su país, al crear entre otras medidas en un Estado de excepción (es decir, con toda impunidad y sin restricciones legales) una mega prisión, la más grande del mundo, algo parecido a  un “Guantanamo”, apoyado por la sociedad civil. 

En algunas de las imágenes que orgullosamente nos muestran, se pueden observar a centenares (la prisión tiene capacidad para 40 mil reos y hasta las fecha están encerrados el 1,6 % de la población o sea de los 6,3 millones de habitantes) vemos a hombres rapados, tatuados, con pantalones blancos, amontonados con la cabeza abajo y en suelo. No pueden comunicarse sin autorización, comen sin salir de su celda, no tienen autorizadas visitas. Derechos Humanos ha objetado un trato inhumano a lo que el presidente ha respondido: “Pasamos de ser el país más inseguro del mundo a ser el país más seguro de todo el continente americano … ¿los derechos humanos de quién? De la gente honrada, no… Yo les pregunto a estos organismos ¿por qué desean que nos maten? ¿por qué desean ver sangre de salvadoreños? ¿por qué no estar felices que en nuestro país ya no corre sangre como antes?” . 

Los encargados de la prisión CECOT (Centro de Confinamiento del Terrorismo), los llaman “psicópatas, que pasarán el resto de sus días ahí”, en nombre de un orden, donde parece que basta estar tatuado para ser considerado criminal, aunque es sabido que estas bandas criminales aterraban a la población usando esa forma de identificación. El trato de estas personas recuerda a la manera en la que en la película son confinados los criminales anticipados, que están encapsulados, sin juicio e inducidos a un estado de inconsciencia como meros cuerpos sin alma, como objetos.  Como en algunos casos, la realidad supera a la ficción. Aquí, en el CECOT los presos están despojados de todos sus derechos, en un hacinamiento muy particular, es un centro enorme y nuevo, donde las luces no se apagan nunca, duermen en camas metálicas, tienen una vigilancia que “los observa como dios silencioso”, hacen sus necesidades a la luz de todos. Este centro cuenta con alta tecnología, son escaneados y es imposible escapar. Y sin embargo, cabe preguntarse si el fin justifica los medios. La línea que va del control “absoluto” a lo inhumano en nombre de la barbarie no me parece tan clara. Es como un “experimento” que la historia mostrará su pertinencia y eficacia. Recordemos que todo sistema autoritario y dictatorial comenzó con las mejores intenciones (desde la opresión que vivían los alemanas después de la Primera Guerra Mundial y las promesa hechas por Hitler, hasta las promesas de igualdad del modelo comunista por citar solo los más impactantes).  “El bienestar del pueblo siempre ha sido la excusa de los tiranos” como dijo Albert Camus. 

La línea entre el control absoluto, “la servitud voluntaria” y el autoritarismo es muy frágil y peligrosa. 

“No es el miedo el que causa la seguridad, sino la seguridad la que produce miedo. Se anuncia seguridad y se produce miedo.” 

Lo que es un hecho, es que la ciencia y la tecnología han posibilitado el anhelo de  control, una mirada que ve todo. Lo que esperaban los griegos con los oráculos, lo que imaginaban los autores de ciencia ficción de anticipar el crimen, es de alguna manera lo que se realiza en El Salvador. 

Recordemos un poco y rápidamente a Michel Foucault, en Vigilar y Castigar, me parece que la propuesta de la mega prisión, el ojo que no duerme nunca inaugura otro paradigma. Podemos ubicar con Foucault dos momentos, en la Edad Media el castigo corporal era el aparato que regulaba y sancionaba, era la ortopedia que pasa después por la Disciplina como modelo para “crear individuos dóciles y útiles” con ayuda ahora de los avances de la ciencia y la tecnología. Creo que en el modelo de la detención, tanto de la película como en El Salvador, de lo que se trata es de anular al sujeto, la corrección y diciplina, incluso el castigo corporal, no parecen ser el objetivo, sino la anulación de “esos psicópatas” que pasarán su vida ahí.  No son sujetos de derecho, se les despoja de entidad y se le almacena. 

c) Sobre la ceguera y el mundo

E incluso si vemos a Dios es invisible

E incluso si no lo vemos es visible

Pascal Quignard 

Al ojo que todo lo ve, se le puede oponer la mancha, la sombra, el punto ciego, por donde algo de lo humano, del inconsciente escapa. “El amo moderno, equipado por la ciencia y la tecnología, ha creado un mundo sin escondite, transparente, transparente  virtualmente, de punta a punta. Incluso por las noches. Es exactamente el mismo mundo de antes, más una mirada. En él, todo se ve. Y por lo tanto, todo ha cambiado. Todo es inquietante. ¿Qué cambió? Falta la sombra” Gerard Wajcman. La sombra, sería ese espacio que incluye al inconsciente, a lo humano, en la película la ambición del creador del proyecto Precrimen logra hacer que fracase el proyecto y, por supuesto, la movilización del protagonista, lo humano que lo hace mover, el dolor por la desaparición de su hijo. 

Cierra lo ojos y mira. Tanto Edipo como John Anderson agudizaron sus sentidos y no retroceden frente al horror de sus actos, se atreven a ver lo que con los ojos no habían visto. En ese sentido, por asociación, me viene la novela de José Saramago, Ensayo sobre la ceguera, en la cual narra la historia de una epidemia que invade la ciudad, todos los habitantes se vuelven ciegos, ven blanco, y se inicia una nueva organización que regresa a lo mismo, es decir al tuerto que es el rey. Imaginando una suerte de apocalipsis, un empezar de cero, para enfrentarse a lo más primitivo en la naturaleza humana, la violencia, la ley del más fuerte sobre el débil se repite.

 ¿Con los medios más sofisticados de control que la tecnología permite imaginar se podrá frenar la violencia, el crimen?  O ¿regresaremos a lo mismo, como en la novela de Saramago? ¿Podemos anticipar los pasajes al acto criminal? 

Pienso en situaciones de violencia en donde se puede suponer un posible pasaje al acto -están todos los ingredientes.


martes, 30 de julio de 2024

Vigilancia sin palabras y efectos por Martha Idrovo V.

A raíz del capítulo de Black Mirror titulado “Arkangel”, que trata de una madre que implanta un chip de vigilancia a su hija de 3 años después de que un día la pierde de vista, me lleva a varias reflexiones detonadas en este espacio de investigación y su anudamiento a la violencia en los niños y adolescentes.

En este capítulo, se puede ver en un primer momento que  la madre al no poder simbolizar eso de lo que le aterra ante la hija perdida en el parque con una posible narración, queja, reclamo, se encuentra una salida por la ciencia que tapona eso que la conmociona. Entonces la madre en lugar de ir a elaborar su trauma por medio de la palabra, ¡Voilà! la ciencia le ofrece otra solución, una vigilancia absoluta de su objeto hija.

Ya de entrada lo simbólico en la madre está taponado por parte de ella y  se acomoda a lo que la ciencia le ofrece. En las buenas intenciones de proteger a su hija, ¿Será que ella se protege de su propio horror? Y este tapón la lleva a lo peor al final de esta historia.

Implantado el chip viene un segundo momento, el dispositivo trae  la opción de pixelar las imágenes que le pudieran causar un elevado cortisol a la hija, cualquier imagen tensa generada por emociones, la niña no podrá ver, se le ofrece la opción a la madre de decidir que ve o no su hija. 

Esto nos confronta con el sentido de protección a los niños en la parentalidad actual y acrecentada más aún por el discurso científico que avala esta creencia en donde todos los peligros a los cuales al niño se le debiera proteger vendrían únicamente del exterior, inclusive la agresividad y la sexualidad.

Desde el psicoanálisis sostenemos esa distinción ya que la pulsión de muerte nos habita y la necesidad de lo simbólico es crucial para intentar nombrar en algo eso que pulsa en cada hablanteser.

En este capítulo de la serie la ciencia nos da un claro ejemplo de promover un sistema de vigilancia que deja por fuera la palabra y que promueve la creencia que si una imagen agresiva, sexual, violenta, no se ve, no se aprende y se protegería al humano de manifestar violencia. Luego se demuestra que esta niña al no ver esas imágenes queda a merced de un cuerpo que siente la pulsión agresiva y además siente más fascinación por indagar sobre eso que le prohíben. 

La madre por un tiempo decide no vigilar a la niña hasta la adolescencia y empieza a vigilarla en la sexualidad y tomar decisiones sin decirle nada a ella. Nuevamente se produce el salto de la imagen y vigilancia de la madre a las decisiones con el cuerpo de esta adolescente sin tramitarlo por la palabra. Al final la hija en un acto violento golpea a esta madre con su propio objeto de vigilancia, una pantalla tablet, ésta se va de la casa con rumbo desconocido y la pierde de vista.

Las relaciones sociales hoy es con las pantallas  y sus imágenes dejando por fuera la palabra de cada uno ante lo que se ve, cerrando los espacios para que cada sujeto pueda responder sobre eso que mira y conversándolas con un otro. Esto lo ligo a lo  que nos recuerda Bassols en su cita del texto El imperio de las imágenes y el goce del cuerpo hablante: “<<Una imagen vale más que mil palabras>>. Se suele decir la frase olvidando al decirla que hacen falta al menos esas siete palabras para evocar una significación que ninguna imagen podría mostrar por sí misma, si esta imagen pudiera alguna vez quedar desligada del lenguaje. Ni mil imágenes valdrían entonces para decir esa significación, como tampoco para decir cualquier otra. Hablando propiamente, una imagen no dice nada, oculta más bien lo indecible que sólo la palabra puede evocar o invocar.”

Hay que ser firme en que la imagen no prevalece a la palabra. Tanto imagen y palabra son ficciones ante lo indecible de lo real que nos habita por dentro, de lo cual la única protección es justamente el anudamiento de esa imagen-real con la palabra. La vigilancia salta esa oportunidad de protección ya que de la imagen pasa al castigo, la censura, el sometimiento, el abuso, porque la imagen vale más de lo que ese sujeto pudiera decir. De a poco la época se ha hecho cómplice de este salto de la palabra, recurriendo a la imagen para funar, castigar, opinar de ese objeto vigilado, decidiendo por él, como esta madre lo hizo con su hija, aparece entre los jóvenes como única opción o un imperativo a validar las imágenes más que las palabras, y , si se deja por fuera lo valioso de las palabras, el diálogo, la conversación, ¿Cómo no esperar que el desenlace sea tan violento como el de esta adolescente de la serie de Netflix?



Violencia en las Escuelas en la sociedad de la vigilancia por Rosa Lagos



¿En qué grado es atribuible a la sociedad de la vigilancia, llevada a los recintos escolares, el aumento de la violencia en la escuela?

El aumento veloz y complicado de la tecnología actual con el uso de cámaras de seguridad, controles de acceso, monitoreo en línea de redes sociales, entre tantos otros, tiene consecuencias en la interacción social de niños y jóvenes que aún no podemos dimensionar en su total magnitud, sobre todo porque muchas veces no se cuenta con la necesaria preparación de los profesores y de la familia para el manejo de estas situaciones.
Una consecuencia observable es el impacto en la privacidad y en la autonomía que la video vigilancia puede ocasionar en los estudiantes, y también en el personal de la institución, pudiendo crear un ambiente de desconfianza y de sospecha que pueden contribuir a generar montos de ansiedad y paranoia en el entorno escolar. 
Además, la cultura del control hace que algunos estamentos (aquellos en funciones de autoridad) ejerzan dominio sobre otros (los vigilados estudiantes y personal) originando relaciones de poder asimétricas entre el equipo de trabajo.
También se puede pensar que se ha sustituido el concepto de autoridad por el de seguridad, seguridad que alude a lo imaginario del cuerpo y sus pertenencias, fálicas se podría agregar, que generan tensión especular con posibles efectos paranoides.  Esta sustitución deja en detrimento el lugar y la acción de la autoridad que como vector social permite el lazo social que, como elemento tercero simbólico entre el sujeto y su realidad, tiene la oportunidad de mediar sobre ese eje imaginario.
Podemos preguntarnos si las instituciones escolares ¿dan lugar, dan el espacio necesario para que circule la palabra de manera que pueda instalarse una ética de las consecuencias? Entre tanta actividad extra que los estudiantes deben cumplir, al parecer no hay tiempo para eso, sumando a esto que las asignaturas que permiten a los alumnos pensar y reflexionar sobre estos aspectos sociales, existenciales, han sido retiradas del pensum obligatorio de estudios.
La infancia y la adolescencia afectada por la caída, tanto de los ideales como del respeto por la autoridad, junto a la precariedad simbólica que la época provee, hace que la violencia actual vaya en aumento en tanto se trata de sujetos que no están habituados a poner en palabras su sufrimiento y que no encuentran como nombrarlo ¿cómo hacer que en esta época de pantallas y de respuestas inmediatas provistas por los gadget disponibles, encuentren el gusto por la conversación, por el intercambio que permita conectar con las emociones y la empatía por el otro? 
El sujeto librado a su goce, sin referentes que lo orienten, parece ser producto no de la inseguridad que se pretende controlar con la vigilancia, sino de la impunidad, de la ley que falla en su aplicación.