“De la condena al testimonio ¿de un decir?”
JULIA KOZOL
¿Cómo pensar el decir de un sujeto cuando su relato sólo parece poder ofrecer piezas sueltas? ¿Cómo abordar la hipótesis diagnóstica cuando un sujeto no se ofrece a la deriva de la palabra sino que, más bien, es la dimensión imaginaria la que funciona como la expresión más íntima de este sujeto?
El caso que presentaré se extrae de mi práctica en un penal de máxima seguridad, tiempo en el que fui parte de un equipo técnico criminológico que tiene por función principal realizar entrevistas de seguimiento de las p.p.l. a los efectos de confeccionar los informes que se dirigen al juzgado para acceder a las distintas instancias de la progresividad de la pena.
1.- Primera entrevista: inicio del proceso
El joven W, de 25 años se presenta a la entrevista a razón de una solicitud para iniciar su proceso de salidas transitorias, condición que le es exigida como parte de su tránsito por la ejecución de su pena. Desde hace 5 años cumple una condena -de 12 años- por robo seguido de abuso sexual en uno de los penales de máxima seguridad de la región.
W muestra desde el inicio una marcada preocupación referida a la posibilidad de conseguir estos egresos, la cual ya desde hace varias instancias, no han sido autorizadas por el juzgado de ejecución penal.
Seguidamente y de forma insistente se ubica desde una afirmación que radicaliza: “ya cambié”, localizando su malestar a partir de enunciados de similar consistencia, cito: “no me ven”, “ni me escuchan”, a la vez que considera que estos constituyen los motivos sobre los que sitúa la negativa de la jueza a otorgarle los egresos.
2. Los tiempos del relato
Las distintas entrevistas realizadas con W permiten localizar tres tramos en el relato de este joven y que entiendo se ordenan lógicamente para la construcción de este caso: Lo que dice la condena de este sujeto -lo que dice la institución de él- lo que él puede decir.
2.1. La Condena
W se presenta a esa primera entrevista mostrando disposición a relatar una descripción a partir de la cual refiere que ha cometido “un delito grave”. De esta manera, se centra en contar los aspectos formales que configuran su condena casi de manera idéntica a como figura en su sentencia. En su discurso, el delito indica una cuestión que más bien toma la forma de lo que dicen los otros de él: “dicen que lastimé a una mujer”. En principio, podríamos decir que la zona en la que se puede ver concernido está vacía, no puede recuperar cuestionamiento alguno. Sin embargo, sirviéndose y encarnando este lugar de ser declarado por los otros es que parece encontrar la vía para relatar un preciso detalle que se presentó en la escena del acto del delito, cito: “cuando estaba con la chica, lo obligué al novio que me mire. Luego, cuando salimos del auto ella lloraba. Era un ruido insoportable y me hizo cortar”. Ahora bien, ese ruido en tanto lo define como “insoportable”: lo invade o lo divide?
Comenta que inmediatamente se sintió “confundido” y manifiesta: “bajé al río, me senté y esperé que me encuentre la policía”. De esa confusión expresa que le vinieron ideas de muerte: ¿Qué vas a hacer W, matarte, como muchas veces lo intentaste y no te salió? O ¿vas a escapar? El vacío nuevamente se hizo presente. Pensemos, en realidad, que se trata de un sujeto que si bien en apariencia su queja de no poder acceder a las salidas es clásica en estos contextos de encierro, estas reivindicaciones que hasta aquí se escuchan, más bien parecen proceder de una sensación de seres dañados, despojados; sensación que no es un sentimiento, ni tampoco es imaginaria, sino que parece adquirir el estatuto de una experiencia que luego toma consistencia en las siguientes entrevistas.
2.2. La institución
En las entrevistas siguientes continuó indicando que, cito: “ya hice los cambios y ya estoy listo para salir a la sociedad”. Imposibilitado de que sus dichos puedan tomar otras vías para abordar esta preocupación, estimé oportuno interrumpir esta insistencia y le propongo que pensemos otra dirección para trabajar esta cuestión, convocándolo a una próxima entrevista. Inmediatamente, expresa un gran enojo y grita: “La cárcel no ve ni escucha mis cambios, la jueza tampoco”. El enojo parece ser la manifestación de no poder movilizar el intercambio, está fijo en la rigidez de la cadena significante: “no me ven, ni me escuchan”; tampoco hay allí una demanda (del a minúscula, es un significante que no solicita significación).
Cierra la entrevista diciendo: “La próxima es que no voy a salir, ¿entendés?”.
Mi propuesta se orientaba a que trabajemos unas posibilidades de reformulación. Dicho aspecto consideré podría conducirme a precisar las coordenadas de la posición subjetiva de W, pues la pregunta diagnóstica en este caso consideré que constituía una cuestión relevante a dilucidar.
2.3. Testimonio ¿de un Decir?
W se presenta a la entrevista y sin mediar otra palabra expresa: “Bueno, te voy a contar lo que esa noche sentí”.
W afirma que tuvo “una infancia dura”. Cuenta que su madre lo dejó en un hogar y aclara “sólo a mí”, señalando que sus hermanos se quedaron con ella e inmediatamente expresa: “yo ya la perdoné”. Tomado por la cuestión del perdón se desprende un discurso metonímico, impregnado de atravesamientos religiosos: “Cristo Jesús me hizo renacer”, “todos debemos perdonarnos”, “hay que predicar la palabra”; sin embargo, detiene el flujo de sus dichos y empieza a relatar una escena que recorta: “la otra noche hablé con Cristo Jesús y me perdonó, me habló y dijo que nació una persona nueva”. Le pregunto acerca de esa situación en la que dijo hablar con Cristo Jesús, intentando delimitar lo que podría constituir un índice de su posición de sujeto, ante lo cual relata que fue por la noche y que, cito: “no sabe si se trató de un sueño o si le habló de verdad” señalando así lo que luego tomaría el estatuto de una certeza: “lo que sí me dijo es que soy una criatura nueva”. Nombrar fija una palabra cuando el significante resbala sin cesar.
3. Efectos: Ser un volcán.
W retoma su relato señalando la importancia del perdón y que el perdón es necesario para el cambio que los demás no ven. Le pregunto qué es lo que perdonó de su madre y refiere “yo no conocí a mi padre, pero un amor entre parientes no va”, de ello expresa que sospecha que es hijo de un pariente producto de una violación, mención que se muestra desprovista de afecto. Sin embargo, de ello, W va a establecer un enlace con su estadía en la institución de niños “a mí me abusaron en el hogar, bah a todos abusaban, yo ví y todos veían. Eso tampoco le perdono a mi mamá”. Explica que si ella no lo hubiese dejado, él no hubiese pasado por eso. Así y sin una conexión que pueda advertirse retoma acerca de “el delito grave” y añade: “Esa noche me sentía confundido, consumí, pero hay muchas cosas que no me acuerdo. Sólo sé que era un volcán, si no era ese delito, era otro”. ¿Un volcán?, le pregunto: “Que carga, carga y explota” responde.
Santa Fe, 11 de mayo 2023.
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