VER SIN APARTAR LA MIRADA
Viviana Berger
En primer lugar, quiero agradecer en nombre de todos los integrantes del EIPCyV a Guy Briole por su generosa conferencia de apertura para el Seminario 2025 que nos convoca bajo el título: ¿Qué dice el psicoanálisis sobre el odio? Sin duda, las claves fundamentales de las elaboraciones psicoanalíticas respecto del odio y su condición de destrucción que Briole fue desarrollando a lo largo de su ponencia, servirán como guía para nuestros debates y elucidaciones, cuyas resonancias, uno a uno, iremos compartiendo a través del canal del INES NEWS.
“No es al sacrificio -tenga un sentido religioso o filosófico- que el psicoanálisis nos conduce, sino a este “abrir los ojos” (dessillement) que permite librarse “de la ética tradicional” -fue el último punto desarrollado en la conferencia. Así, Guy Briole precisa con claridad la posición,que es siempre, ética para el analista concernido por el malestar de la civilización, indefectiblemente derivada del recorrido de su análisis. En efecto, no va de suyo que se pueda “ver sin apartar la mirada”. Ello requerirá del practicante cierto saber respecto del propio elemento pulsional que constituye el síntoma del analista para despejar la posibilidad de undeseo de saber lo más depurado posible de la fascinación de los ideales morales y la creencia en la verdad. “El psicoanálisis debe permitirnos mirar las cosas de este modo, no desde la distancia, sino de un modo que nos comprometa y también nos haga responsables. Trabajar sobre la violencia, sobre el odio, significa delimitar los campos de goce en juego, tanto individual como colectivamente”.
Viene a mi mente la fórmula “exiliado en el interior” que, oportunamente, propuso Jacques-Alain Miller para nombrar la posición del psicoanalista lacaniano en la sociedad ante el malestar en la cultura. Contamos, pues, con un marco bien orientado a partir del cual trabajar en relación al real de nuestra civilización, ese algo que el analista puede ofrecer a la humanidad. Investigar en psicoanálisis es una de las vías que responde a este compromiso y reúne al trabajo, en el interior del Instituto de nuestra Escuela, a los integrantes del EIPCyVde las distintas ciudades de América -acción particularmente relevante en estos tiempos que se caracterizan, especialmente, por “la perpetuación de un no querer saber”, de un rechazo sostenido del inconsciente y de la dimensión subjetiva, arrasando con la condición intrínseca más propia del hombre.
Guy Briole nos recordaba que para poder matar es necesario, justamente, borrar esta dimensión y lo ejemplificaba con un diálogo reciente entre una madre rusa y su hijo, movilizado a Ucrania:
- "Mato a gente, mamá”.
- "Defiendes a tu país, hijo”.
- " Pero dicen que no son realmente personas”.
Últimamente observaba en las escenas de la pantalla el efecto de vacilación del asesinocuando a la hora de dispararle a su víctima, ¡ésta comienza a hablar! Lo que no sabe el asesino -y a veces se entera encerrado entre los muros de la cárcel en la medida en que no puede seguir desplegando su goce mortal libremente, o eventualmente en el silencio profundo de su soledad, o mientras el dormir burla su rechazo categórico al saber y el horror alcanzasus sueños, es entonces que surge ¡el real patético! del goce en el que se encuentra atrapado y que ya no puede seguir eludiendo. Eso, de alguna manera, explica la cantidad de intentos de suicidios que habitan en las cárceles y que suelen convocar la presencia del psicoanálisis, allí donde se agotan los recursos de las terapias comportamentales y los discursos religiosos.
En la Grecia antigua -desarrollaba Guy- el pharmakos “era aquel que la Ciudad designaba para ser sacrificado a fin de expiar las faltas de sus habitantes y, así, evitar que las calamidades cayeran sobre ella... Esta noción se une con la del chivo expiatorio hebreo en la función de desplazamiento de la falta sobre un otro, sobre una víctima expiatoria donde el sacrificio supone tratar el mal que amenaza al grupo”. Sería, asimismo, interesante reflexionar en nuestros encuentros acerca de cuáles serían las figuras en esta época que resultan instrumentos de ese goce oscuro: ¿quizás el migrante, la mujer golpeada, el veterano que vuelve de la guerra, los niños abusados? ¿Qué real social se encarna allí?
A diferencia de otras disciplinas, sabemos que el psicoanálisis no coloca el mal afuera. G.Briole mencionaba que “Lacan sitúa la experiencia inhumana y monstruosa del holocausto, no como un accidente único en la historia sino como un “resurgimiento” de algo que está aquí, que ya ha tenido lugar. “[…] resurgimiento mediante el cual se evidencia que son muy pocos los sujetos que pueden no sucumbir, en una captura monstruosa ante la ofrenda de un objeto de sacrificio a los dioses oscuros.” A partir de allí, los psicoanalistas tenemos, entonces, algo interesante que decir y hacer escuchar.
Haremos, pues, entre todos, el intento de avanzar en la elucidación de estos fenómenos tan cruelmente “inhumanos” para alcanzar una comprensión mejor de la complejidad del alma humana.
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