Indicación de James Joyce en Ulises
“Ver es una arma de poder”
El Ojo absoluto
Minority Repport (El informe de la minoría) es un película de ciencia ficción del 2002 de Steven Spielberg, inspirada de un libro del escritor americano especialista en ciencia ficción Philip K. Dick (Blade Runner ) de 1956, protagonizada por Tom Cruise.
a) John Anderson (Tom Cruise) un Edipo futurista
En un mundo por venir, Washington 2054, el control, el orden y la prevención es la misión del departamento de “Precrimen”. Unidad encargada de detener a los autores antes de que los crímenes se cometan. John Anderson (Tom Cruise) es un policía perteneciente a esta unidad que, sorpresivamente, ve su propia imagen cometiendo un asesinato del que no sabe nada, conocedor del protocolo cuando el oráculo futurista habla (el ojo absoluto no se equivoca) decide huir para explicar lo que le parece impensable.
Podemos decir que John Anderson es, a su manera, un Edipo del futuro. Como el héroe de la tragedia griega de Sófocles, desafía al oráculo que lo augara criminal, para resolver el enigma de su propio destino y, tal como Edipo Rey, se quita los ojo para ver lo que no podía ver con ellos. Un ver que va más allá de la mirada, donde “el tuerto es rey”.
Los precognitivos -los tres personajes en estado de inconsciencia, dopados que anuncian los crímenes- nos recuerdan a las pitonisas de la antigüedad griega, que traducían los oráculos como el de Delfos, la verdad sale de su visión, de su boca, una voz sobre todo de mujer - de los tres precognitivos, la mujer es quien mejor traduce los mensajes -nos explican. Vemos en esta alusión cómo el deseo de saber ahí donde aparentemente no hay respuesta, acentuadas en las desgracias, es una preocupación, un sueño, una obsesión desde la antigüedad. Edipo Rey interroga al oráculo al querer liberar a Tebas de la epidemia que la azotaba. Se recurre a un Otro al que se le supone un saber fuera de lo común y quien puede ver más que los demás, los pequeños otros. Siglos después, en una ciudad ficticia donde es posible imaginar una epidemia de inseguridad, ese sueño, con ayuda ya no de los dioses del Olimpo, sino de la ciencia y la tecnología, crean una maquinaria capaz de predecir y por ende anticipar los crímenes. Pero, no solo “no hay nada más humano que el crimen”, sino que en el detalle, en la fisura, en la hiancia, en el error, en el informe de la minoría, en el inconsciente, se cuela lo real de la vida. Cito a Lacan de los Cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis: “Así, el inconsciente se manifiesta siempre como lo que vacila en un corte del sujeto - de donde vuelve a surgir un hallazgo, que Freud asimila al deseo – deseo que situaremos provisionalmente en la metonimia descarnada del discurso en cuestión en que el sujeto se capta en algún punto inesperado” se destaca la naturaleza del “el inconsciente con una estructura de una hiancia … la función estructurante de una falta” ( p 35 y 37 ). En esa utopía o distopia, lo humano se le cuela, es el punto ciego que hace irrupción, que lo vemos en el rol del protagonista y la ambición del director. Lo humano hace mancha. Las máquinas no se equivocan pero los humanos sí, fallan, sueñan, sufren.
Los personajes de esta película son confrontados a la insondable decisión de su ser, en ellos hacer o no hacer, matar o no matar cambia el rumbo de la historia que parecía estar escrita y en este sentido es un anti Edipo. Edipo no logra salir de su funesto destino, por el contrario, John Anderson aparentemente sí, decide no asesinar a quien pensaba era el captor de su hijo así como el orquestador de proyecto Precrimen decide en un acto suicidarlo romper la determinación. Un apropiarse de la responsabilidad subjetiva.
b) Una obsesión del Amo que desafía tiempo y espacio: control absoluto, cero crimen.
La ola de violencia que viven nuestros países ( en América latina pero no solo) invitan a imaginar como utópico algo que puede estar al límite de la distopia. La idea de un departamento Precrimen con un objetivo cero crimen, ¿de qué lado caería?
El hartazgo de la violencia cada vez más omnipresente y acéfala alimenta una vieja obsesión de control que es uno de los estandartes de “solución” de muchas derechas extremas (creo que principalmente pero no exclusivamente, contemporáneas) como es el caso emblemático de El Salvador y su controversial presidente, quien en un año ha reducido importantemente el número de violencia y asesinatos en su país, al crear entre otras medidas en un Estado de excepción (es decir, con toda impunidad y sin restricciones legales) una mega prisión, la más grande del mundo, algo parecido a un “Guantanamo”, apoyado por la sociedad civil.
En algunas de las imágenes que orgullosamente nos muestran, se pueden observar a centenares (la prisión tiene capacidad para 40 mil reos y hasta las fecha están encerrados el 1,6 % de la población o sea de los 6,3 millones de habitantes) vemos a hombres rapados, tatuados, con pantalones blancos, amontonados con la cabeza abajo y en suelo. No pueden comunicarse sin autorización, comen sin salir de su celda, no tienen autorizadas visitas. Derechos Humanos ha objetado un trato inhumano a lo que el presidente ha respondido: “Pasamos de ser el país más inseguro del mundo a ser el país más seguro de todo el continente americano … ¿los derechos humanos de quién? De la gente honrada, no… Yo les pregunto a estos organismos ¿por qué desean que nos maten? ¿por qué desean ver sangre de salvadoreños? ¿por qué no estar felices que en nuestro país ya no corre sangre como antes?” .
Los encargados de la prisión CECOT (Centro de Confinamiento del Terrorismo), los llaman “psicópatas, que pasarán el resto de sus días ahí”, en nombre de un orden, donde parece que basta estar tatuado para ser considerado criminal, aunque es sabido que estas bandas criminales aterraban a la población usando esa forma de identificación. El trato de estas personas recuerda a la manera en la que en la película son confinados los criminales anticipados, que están encapsulados, sin juicio e inducidos a un estado de inconsciencia como meros cuerpos sin alma, como objetos. Como en algunos casos, la realidad supera a la ficción. Aquí, en el CECOT los presos están despojados de todos sus derechos, en un hacinamiento muy particular, es un centro enorme y nuevo, donde las luces no se apagan nunca, duermen en camas metálicas, tienen una vigilancia que “los observa como dios silencioso”, hacen sus necesidades a la luz de todos. Este centro cuenta con alta tecnología, son escaneados y es imposible escapar. Y sin embargo, cabe preguntarse si el fin justifica los medios. La línea que va del control “absoluto” a lo inhumano en nombre de la barbarie no me parece tan clara. Es como un “experimento” que la historia mostrará su pertinencia y eficacia. Recordemos que todo sistema autoritario y dictatorial comenzó con las mejores intenciones (desde la opresión que vivían los alemanas después de la Primera Guerra Mundial y las promesa hechas por Hitler, hasta las promesas de igualdad del modelo comunista por citar solo los más impactantes). “El bienestar del pueblo siempre ha sido la excusa de los tiranos” como dijo Albert Camus.
La línea entre el control absoluto, “la servitud voluntaria” y el autoritarismo es muy frágil y peligrosa.
“No es el miedo el que causa la seguridad, sino la seguridad la que produce miedo. Se anuncia seguridad y se produce miedo.”
Lo que es un hecho, es que la ciencia y la tecnología han posibilitado el anhelo de control, una mirada que ve todo. Lo que esperaban los griegos con los oráculos, lo que imaginaban los autores de ciencia ficción de anticipar el crimen, es de alguna manera lo que se realiza en El Salvador.
Recordemos un poco y rápidamente a Michel Foucault, en Vigilar y Castigar, me parece que la propuesta de la mega prisión, el ojo que no duerme nunca inaugura otro paradigma. Podemos ubicar con Foucault dos momentos, en la Edad Media el castigo corporal era el aparato que regulaba y sancionaba, era la ortopedia que pasa después por la Disciplina como modelo para “crear individuos dóciles y útiles” con ayuda ahora de los avances de la ciencia y la tecnología. Creo que en el modelo de la detención, tanto de la película como en El Salvador, de lo que se trata es de anular al sujeto, la corrección y diciplina, incluso el castigo corporal, no parecen ser el objetivo, sino la anulación de “esos psicópatas” que pasarán su vida ahí. No son sujetos de derecho, se les despoja de entidad y se le almacena.
c) Sobre la ceguera y el mundo
E incluso si vemos a Dios es invisible
E incluso si no lo vemos es visible
Pascal Quignard
Al ojo que todo lo ve, se le puede oponer la mancha, la sombra, el punto ciego, por donde algo de lo humano, del inconsciente escapa. “El amo moderno, equipado por la ciencia y la tecnología, ha creado un mundo sin escondite, transparente, transparente virtualmente, de punta a punta. Incluso por las noches. Es exactamente el mismo mundo de antes, más una mirada. En él, todo se ve. Y por lo tanto, todo ha cambiado. Todo es inquietante. ¿Qué cambió? Falta la sombra” Gerard Wajcman. La sombra, sería ese espacio que incluye al inconsciente, a lo humano, en la película la ambición del creador del proyecto Precrimen logra hacer que fracase el proyecto y, por supuesto, la movilización del protagonista, lo humano que lo hace mover, el dolor por la desaparición de su hijo.
Cierra lo ojos y mira. Tanto Edipo como John Anderson agudizaron sus sentidos y no retroceden frente al horror de sus actos, se atreven a ver lo que con los ojos no habían visto. En ese sentido, por asociación, me viene la novela de José Saramago, Ensayo sobre la ceguera, en la cual narra la historia de una epidemia que invade la ciudad, todos los habitantes se vuelven ciegos, ven blanco, y se inicia una nueva organización que regresa a lo mismo, es decir al tuerto que es el rey. Imaginando una suerte de apocalipsis, un empezar de cero, para enfrentarse a lo más primitivo en la naturaleza humana, la violencia, la ley del más fuerte sobre el débil se repite.
¿Con los medios más sofisticados de control que la tecnología permite imaginar se podrá frenar la violencia, el crimen? O ¿regresaremos a lo mismo, como en la novela de Saramago? ¿Podemos anticipar los pasajes al acto criminal?
Pienso en situaciones de violencia en donde se puede suponer un posible pasaje al acto -están todos los ingredientes.
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