Seminario-Debate Teórico-Clínico 2023
¿La violencia, amo de la época?
La violencia en el lugar del amo
SILVIA MACRI
Hemos titulado nuestro seminario de este año “La violencia en el lugar del amo”. Tomo tres palabras de este título: violencia, lugar y amo.
I - La violencia
Violencia ha habido siempre en la historia de la humanidad, desde los mitos, las religiones, las luchas por el poder, las guerras, resulta imposible pensar la historia de la humanidad sin violencia. En 1932 Freud se pregunta ¿Por qué la guerra? a propósito de una correspondencia con Einstein que le pregunta como evitarla y Freud le contesta preguntándose por las causas de la violencia. Para él se trata de un desborde de la pulsión de muerte, de la vida pulsional y la agresividad. Y considera que lo que puede ejercer un efecto contrario a la violencia en los lazos entre los hombres son el amor o la identificación, no veía que la violencia se pudiera resolver con una liga de naciones como pensaba Einstein ni con leyes, aunque éstas fueran cada vez más rigurosas, y si bien la cultura podía colaborar para que la razón o el intelecto gobernaran la vida pulsional, ésta resultaba insuficiente. Le responde a Einstein que el poder de una liga de países o una ley que prohíba la guerra es una utopía, la ley no frenaría la violencia. Freud apuesta al desarrollo cultural, a la civilización, apuesta a que la razón gobierne la vida pulsional, a que lo simbólico domine lo real, sin embargo, no parece muy convencido respecto del triunfo de la razón sobre la fuerza.
Ya en su texto “El malestar en la cultura” en 1930, hace casi cien años, Freud afirmaba que los vínculos entre los hombres librados a su propia suerte, sin ninguna regulación serían imposibles y hablaba de las dificultades del sujeto para adaptarse a las normas de convivencia que él mismo crea. Afirma también que en los actos violentos se entrelazan aspiraciones destructivas con otras eróticas o ideales que los justifican, por ejemplo se odia al enemigo o al extranjero por amor a la patria.
Lacan en 1948 después de la Segunda Guerra Mundial percibe que la agresividad y la violencia persisten pese a los intentos de regularla, y escribe sus primeros textos al respecto: “La agresividad en psicoanálisis”, “Psicoanálisis y criminología”, “El estadio del espejo”, donde sostiene que el yo al constituirse alienado a su propia imagen especular no deja lugar a la aparición de ningún otro, es él o el otro, no hay espacio para los dos, llamó a esto agresividad especular, se trata de la “lucha a muerte por el puro prestigio” afirmando que el Otro debe venir a regularla, pues si no se trata de uno u otro, al igual que Freud sostiene que no es posible la convivencia pacífica entre los hombres.
En su texto sobre la agresividad se pregunta por las barreras que podrían contener las tendencias agresivas y concluye en su V teoría que la identificación al gran Otro como Ideal del Yo, la identificación edípica, la identificación primordial al padre, funciona como instancia pacificadora, se trata de la eficacia del Nombre del Padre que une deseo y ley. Sin embargo, de esa operación del padre, de la metáfora paterna siempre queda un resto, la pulsión de muerte, el kakon eso extraño y familiar que habita en cada uno, eso que no llega a ser absorbido por el Ideal del Yo.
Más adelante Lacan nos advierte sobre la decadencia de los ideales, la decadencia del Nombre del Padre y, cuando avanza con su teoría sobre el goce, a esa caída de los ideales y su función pacificadora los convierte en parte del superyó que ya no actúa como pacificador de las pulsiones agresivas, sino que ordena gozar. Lacan va a decir que se odia al diferente en tanto se lo supone poseedor de un modo de gozar distinto al de uno y del que uno carece, (Freud llama a esto “narcisismo de las pequeñas diferencias”), por lo tanto la violencia hacia el diferente se ejerce a partir de identificarse con el mismo ideal o bien con el mismo modo de gozar. Se trata de grupos sociales sostenidos por un goce común. (religiosos, étnicos, políticos, etc.). El odio se dirige siempre a aquellos que se satisfacen de manera diferente, de una manera inalcanzable para el sujeto.