lunes, 11 de noviembre de 2024

De la condena al testimonio: ¿de un decir? Julia Kozol

“De la condena al testimonio ¿de un decir?”

JULIA KOZOL


¿Cómo pensar el decir de un sujeto cuando su relato sólo parece poder ofrecer piezas sueltas? ¿Cómo abordar la hipótesis diagnóstica cuando un sujeto no se ofrece a la deriva de la palabra sino que, más bien, es la dimensión imaginaria la que funciona como la expresión más íntima de este sujeto? 

El caso que presentaré se extrae de mi práctica en un penal de máxima seguridad, tiempo en el que fui parte de un equipo técnico criminológico que tiene por función principal realizar entrevistas de seguimiento de las p.p.l.  a los efectos de confeccionar los informes que se dirigen al juzgado para acceder a las distintas instancias de la progresividad de la pena.  

1.- Primera entrevista: inicio del proceso 

El joven W, de 25 años se presenta a la entrevista a razón de una solicitud para iniciar su proceso de salidas transitorias, condición que le es exigida como parte de su tránsito por la ejecución de su pena. Desde hace 5 años cumple una condena -de 12 años- por robo seguido de abuso sexual en uno de los penales de máxima seguridad de la región. 

W muestra desde el inicio una marcada preocupación referida a la posibilidad de conseguir estos egresos, la cual ya desde hace varias instancias, no han sido autorizadas por el juzgado de ejecución penal. 

Seguidamente y de forma insistente se ubica desde una afirmación que radicaliza: “ya cambié”, localizando su malestar a partir de enunciados de similar consistencia, cito: “no me ven”, “ni me escuchan”, a la vez que considera que estos constituyen los motivos sobre los que sitúa la negativa de la jueza a otorgarle los egresos. 

2. Los tiempos del relato

Las distintas entrevistas realizadas con W permiten localizar tres tramos en el relato de este joven y que entiendo se ordenan lógicamente para la construcción de este caso: Lo que dice la condena de este sujeto -lo que dice la institución de él- lo que él puede decir.

Una salida por el sintoma. Edgar Vazquez

Una salida por el síntoma

EDGAR VÁZQUEZ


En torno a los problemas abordados en distintos momentos y espacios en el Programa de Investigación de Psicoanálisis y Criminología, también ahora en este Seminario, a menudo nos surgen preguntas acerca de cómo podría el analista intervenir en situaciones tan complejas, a veces crudas, descarnadas, como las que nos encontramos en estos espacios de trabajo. Se vuelve decisivo poder decir algo sobre el quehacer del analista, puesto que no alcanza con decir que trabajamos con la escucha, hay que poder decir algo más sobre lo que hacemos con eso que escuchamos. En ese sentido, podemos aquí recordar que la primera gran discusión en la historia del psicoanálisis con niños se presentó justamente a partir de dos posiciones inconciliables que debatían lo antes mencionado: se puede hacer lugar a lo que tengan para decir y encontrar con ellos un arreglo al malestar, que era la propuesta kleiniana; o bien, se les puede hacer hablar para mostrarles lo que deberían decir, que era la postura de Anna Freud. En su Conferencia 23, Freud señala ciertas manifestaciones sintomáticas en los niños que “… no se las ve, se las juzga signos de maldad o de malas costumbres y aun son sofrenadas por las autoridades encargadas de la crianza…”,  indica que a todas esas manifestaciones hay que individualizarles, aunque en la mayoría de los casos se trata de un monto de angustia no ligado.

Propongo entonces examinar tres indicaciones clínicas muy precisas que nos pueden orientar en relación al lugar del niño en la época actual y también sobre qué posición conviene encarnar al analista en aquello que promueve con su escucha.

En primer lugar, un aforismo de Éric Laurent que a primera vista es de una notable sencillez, pero que entraña toda una serie de complejidades de las que conviene estar advertido, él dice “Proteger al niño del delirio familiar”.  Empecemos por la segunda parte de la frase, lo que concierne al delirio familiar, de ahí la familia es un término que de entrada va a estar cuestionado, ya que no es un campo homogéneo, verificamos cada vez más que como institución religiosa o jurídica, como ficción o como unidad elemental de la sociedad pierde consistencia y da lugar, más bien, a variedades de la parentalidad, no se trata más de “deberes recíprocos perfectamente definidos y cuyo conjunto forma una parte esencial del régimen social…”  que regulaba a las sociedades antiguas, sino de la consolidación del pasaje de las leyes de alianza al régimen de la propiedad. Derivamos de ello que su primera consecuencia sea poner en cuestión los términos “clásicos” de lo que constituye una familia, y frente a la dificultad de poder definir qué es un padre o una madre, Laurent ubica el delirio familiar cuando emerge un discurso –no solo al que se origina en la familia, también en la ciencia, la educación, las psicoterapias, etc.– que coloca al niño como índice y garante de que hay una familia, que el niño pertenece a la familia, que es un bien, no del lado del ideal, sino del objeto. Objeto de goce de la familia y de la civilización, objeto de pasiones, a veces tiernas y articuladas con la vida, otras con una presentación voraz y mortífera, que puede llegar a estar disfrazada de buenas intenciones, de actuar en nombre del amor y del bien. Habiendo avanzado con estas precisiones sobre el delirio familiar, volveremos más adelante con la primera parte de la frase “Proteger al niño”.

La violencia contra el mujer, hoy. Jimena Contreras

La violencia contra la mujer, hoy

JIMENA CONTRERAS BUSTAMANTE


El tema que nos convoca esta noche es de una actualidad que duele. A diario los noticieros reportan sobre un nuevo hecho de violencia contra una mujer ejercido por su pareja, hecho que suele terminar en feminicidio.

Existen muchos textos escritos sobre el tema, ellos nos muestran diferentes maneras de aproximarnos al mismo, intentando aprehender algo sobre esta realidad que se impone en nuestra cotidianeidad. Una de esas lecturas posibles corresponde al feminismo. Podemos señalar que el movimiento feminista en su lucha por mejorar la condición de la mujer en la sociedad, llevada adelante desde hace tres siglos, ha ido construyendo un discurso de reivindicación señalando sus puntos de lucha en consonancia con la realidad social del mundo occidental, principalmente.

El reconocimiento de la mujer como ser racional, como ciudadana con derecho al voto, a la propiedad, a la educación, a la autonomía es resultado de la lucha de las mujeres en las calles y de propuestas formuladas en espacios de toma de decisiones. Si bien los logros sociales alcanzados son innegables, hoy todavía existe una situación de desigualdad social que sostiene el discurso reivindicatorio de los diferentes movimientos feministas. Su discurso se apoya en planteamientos brindados por la sociología y la antropología. Es así como el carácter patriarcal de la sociedad y la posición machista adjudicada a los varones en su relación con las mujeres, constituyen el pilar de la lectura social que realizan sobre el tema que nos convoca esta noche.

Son muchos años de trabajo del movimiento feminista que han permitido hacer que lo íntimo, lo que era secreto por acontecer al interior de cada hogar, pase a la esfera pública, lo que ha puesto en la mesa de discusión el debate sobre si las desigualdades sociales del ámbito privado son relevantes a la hora de debatir sobre la igualdad política, el voto universal o las libertades civiles (Pateman, 1996: 3). Para muchas feministas, como Kate Millet, el hacer referencia al ámbito privado permite visibilizar la dominación patriarcal en todas las esferas de la vida, entre ellas, la familia, la sexualidad, la política. 

Partes de guerra-Infancias-violencias.ñ Cinthya Estrada

 

Seminario-Debate Teórico-Clínico 2023

¿La violencia, amo de la época?


Partes de guerra - infancias- violencias

CINTHYA ESTRADA


Mi corazón también tiene alas negras

Efraín Bartolomé

La violencia en el niño no es un síntoma (…)

La violencia no es sustituto de la pulsión, es en sí misma la pulsión “ 

Jacques-Alain Miller


El discurso actual contiene un monto muy alto de violencia sin velo, puro real, en el que vivimos inmersos de alguna u otra manera cotidianamente, un monto de horror y desasosiego, ¿será la violencia el significante amo de nuestra época? Esta violencia no exenta a la infancia incluso como recuerda Miquel Bassols retomando a Lacan, los tres lugares estructurales históricos de segregación han sido la infancia, los locos y las mujeres. Así, la cuestión de la violencia irrumpe en todos los escenarios, el arte en sus diversas modalidades se toma en serio esta realidad, vemos multiplicarse las películas y los libros sobre ella en un intento quizá de hacer un tratamiento de esta pulsión desbordada.    

Partes de guerras  es el nombre de una novela del escritor mexicano Jorge Volpi, quien a partir de la escritura explora el recrudecimiento de la violencia en general y específicamente en la infancia. Con el macabro descubrimiento del cadáver de una joven abandonado en Frontera Corozal, un pequeño poblado a las orilla del Usumacinta en Chiapas, el autor desarrolla una historia o varias, entre ficción y realidad. Al enterarse que dicho asesinato fue perpetrado por niños, el novio de Dayana, Chinto, con apenas 15 años, su prima Saraí de 14 años y dos niños más de testigos, uno de 10 y de otro de 8 años, frente a la sorpresa  surge la pregunta: “¿Qué ocurre en los cerebros de unos niños que se convierten de pronto en criminales?” (p 28).

Con una polifonía de voces y estilos, se entreteje dos mundos, por un lado, el de los expertos en neurociencias que se dan a la tarea de descifrar los misterios del cerebro, y de este crimen en particular en el laboratorio del CENA (Centro de Estudios en Neurociencias Aplicado) donde laboran, todos estos personajes son complejos, con sus trabajos se creían al margen de la realidad que estudiaban y  de pronto se ven envueltos en ella misma; dicho sea de paso, este laboratorio sí existe en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), ignoro si tiene ese nombre.  Y aunque la pregunta sobre la naturaleza humana se dirige a los científicos en la novela hay un personaje que nos recuerda claramente al psicoanálisis, “Sigmund” nombre del gato de Lucia, la narradora e investigadora. 

La violencia en el lugar del amo. Silvia Macri

 

Seminario-Debate Teórico-Clínico 2023

¿La violencia, amo de la época?

La violencia en el lugar del amo

SILVIA MACRI

Hemos titulado nuestro seminario de este año “La violencia en el lugar del amo”. Tomo tres palabras de este título: violencia, lugar y amo.

 I - La violencia

Violencia ha habido siempre en la historia de la humanidad, desde los mitos, las religiones, las luchas por el poder, las guerras, resulta imposible pensar la historia de la humanidad sin violencia. En 1932 Freud se pregunta ¿Por qué la guerra? a propósito de una correspondencia con Einstein que le pregunta como evitarla y Freud le contesta preguntándose por las causas de la violencia. Para él se trata de un desborde de la pulsión de muerte, de la vida pulsional y la agresividad. Y considera que lo que puede ejercer un efecto contrario a la violencia en los lazos entre los hombres son el amor o la identificación, no veía que la violencia se pudiera resolver con una liga de naciones como pensaba Einstein ni con leyes, aunque éstas fueran cada vez más rigurosas, y si bien la cultura podía colaborar para que la razón o el intelecto gobernaran la vida pulsional, ésta resultaba insuficiente. Le responde a Einstein que el poder de una liga de países o una ley que prohíba la guerra es una utopía, la ley no frenaría la violencia. Freud apuesta al desarrollo cultural, a la civilización, apuesta a que la razón gobierne la vida pulsional, a que lo simbólico domine lo real, sin embargo, no parece muy convencido respecto del triunfo de la razón sobre la fuerza.

Ya en su texto “El malestar en la cultura” en 1930, hace casi cien años, Freud afirmaba que los vínculos entre los hombres librados a su propia suerte, sin ninguna regulación serían imposibles y hablaba de las dificultades del sujeto para adaptarse a las normas de convivencia que él mismo crea. Afirma también que en los actos violentos se entrelazan aspiraciones destructivas con otras eróticas o ideales que los justifican, por ejemplo se odia al enemigo o al extranjero por amor a la patria. 

Lacan en 1948 después de la Segunda Guerra Mundial percibe que la agresividad y la violencia persisten pese a los intentos de regularla, y escribe sus primeros textos al respecto: “La agresividad en psicoanálisis”, “Psicoanálisis y criminología”, “El estadio del espejo”, donde sostiene que el yo al constituirse alienado a su propia imagen especular no deja lugar a la aparición de ningún otro, es él o el otro, no hay espacio para los dos, llamó a esto agresividad especular, se trata de la “lucha a muerte por el puro prestigio” afirmando que el Otro debe venir a regularla, pues si no se trata de uno u otro, al igual que Freud sostiene que no es posible la convivencia pacífica entre los hombres.

En su texto sobre la agresividad se pregunta por las barreras que podrían contener las tendencias agresivas y concluye en su V teoría que la identificación al gran Otro como Ideal del Yo, la identificación edípica, la identificación primordial al padre, funciona como instancia pacificadora, se trata de la eficacia del Nombre del Padre que une deseo y ley. Sin embargo, de esa operación del padre, de la metáfora paterna siempre queda un resto, la pulsión de muerte, el kakon eso extraño y familiar que habita en cada uno, eso que no llega a ser absorbido por el Ideal del Yo.

Más adelante Lacan nos advierte sobre la decadencia de los ideales, la decadencia del Nombre del Padre y, cuando avanza con su teoría sobre el goce, a esa caída de los ideales y su función pacificadora los convierte en parte del superyó que ya no actúa como pacificador de las pulsiones agresivas, sino que ordena gozar. Lacan va a decir que se odia al diferente en tanto se lo supone poseedor de un modo de gozar distinto al de uno y del que uno carece, (Freud llama a esto “narcisismo de las pequeñas diferencias”), por lo tanto la violencia hacia el diferente se ejerce a partir de identificarse con el mismo ideal o bien con el mismo modo de gozar. Se trata de grupos sociales sostenidos por un goce común. (religiosos, étnicos, políticos, etc.). El odio se dirige siempre a aquellos que se satisfacen de manera diferente, de una manera inalcanzable para el sujeto.

Viviana Berger: Resonancia de Conferencia de G. Briole El odio no es dialéctico. - Ver sin apartar la mirada_

VER SIN APARTAR LA MIRADA Viviana Berger   En primer lugar, quiero agradecer en nombre de todos los integrantes del EIPCyV a Guy Briole por ...